FONDO EDITORIAL REVISTA OIGA

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La columna vertebral de todo medio de comunicación la constituyen sus editoriales, es decir los principios y opiniones que sustentan y defienden sus editores. En el caso de “Oiga”, la sección editorial tuvo siempre una expresión clara y rotunda, no solo enjuiciando sino dando alternativas. La búsqueda de los ¿por qué? Siempre preocuparon a Igartua y sus colaboradores, sin dejar de lado –por supuesto- el ¿qué?, ¿quién?, ¿cómo?, ¿dónde? y ¿cuándo? que configuran al buen periodismo. Las palabras, como las promesas, suelen ser efímeras en boca de algunas personas; los editoriales de Oiga, en cambio, permanecen aún incólumes, vigentes, con la plenitud de su carga testimonial para incomodidad de muchos protagonistas de la escena política, porque si bien Igartua ya ha muerto su palabra aún vive.

FONDO EDITORIAL REVISTA OIGA

FONDO EDITORIAL REVISTA OIGA
BAZAN AGUILAR, Jhon. Francisco Igartua, Oiga y una pasión quijotesca. (08/11/ 2012), Lima, Fondo Editorial Revista Oiga (978-9972-2925-5-2).

FONDO EDITORIAL REVISTA OIGA

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BAZAN AGUILAR, Jhon. Francisco Igartua, Oiga y una pasión quijotesca. (08/11/ 2012), Lima, Fondo Editorial Revista Oiga (978-9972-2925-5-2).

UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO
ARTOLA ARBIZA, Antonio María. Ezkioga. En el 80° aniversario de la Pastoral de Mons. Mateo Múgica Urrestarazu sobre Ezkioga (07/09/ 1933), Ezkio, Fondo Editorial Revista Oiga (978-61-2465-76-03).

UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO

UNIVERSIDAD DEL PAÍS VASCO
ARTOLA ARBIZA, Antonio María. Ezkioga. En el 80° aniversario de la Pastoral de Mons. Mateo Múgica Urrestarazu sobre Ezkioga (07/09/ 1933), Ezkio, Fondo Editorial Revista Oiga (978-61-2465-76-03).

domingo, 30 de agosto de 2009

FRANCISCO IGARTUA
EDITORIAL "LA OROYA" y "EL ANGEL"
Oiga 19/12/62

Cuando el informe "Little" -insospechado de extremista- afirmaba que la situación económico-social del Perú era tan grave que se debía considerar al país como en emergencia nacional, "en estado de guerra" contra la miseria y la desocupación, muy pocos tomaron en cuenta estas palabras y los más se alzaron de hombros, considerándolas advertencias de teóricos ilusos. Igual actitud asumieron estos satisfechos ciudadanos cuando el Abate Pierre y el Padre Lebret hicieron afirmaciones similares sobre la dramática y explosiva realidad peruana. Y recién ahora, cuando los desposeídos del Perú se lanzan a las calles y a los campos en tono airado, buscándole pelea a la fuerza pública, comienzan a reaccionar. Pero, más poniendo cara de espanto que decidiéndose a la acción. Una acción, es claro, muy distante de la que estos buenos señores acostumbran a soñar. No es con el empleo de la fuerza, no es a balazos, como será doblegada la agitación social, que no sólo existe sino que se acrecienta día a día. Habrá que reformar, de inmediato y a fondo, nuestras estructuras económicas, sociales y hasta políticas, para que podamos respirar tranquilos los hombres de orden. Y en esto de los hombres de orden nos incluimos, porque es tan absurdo el que se nos considere extremistas por cumplir con nuestro deber de denunciar el peligro social, como el no creernos gente de orden porque repugnemos de aquellos que, en nombre del orden, han usufructuado por ciento de años de la injusticia. De esa injusticia que es donde se ha ido gestando el clima de violencia que vive hoy la República y del que los acontecimientos de La Oroya y de la Pampa del Ángel son sólo muestras, por fortuna muchos menos sangrientas y explosivas de lo que pudieron haber sido, pero sí sintomáticas de lo que pudiera ocurrir en un futuro no lejano.

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